14 de marzo de 2016

Plena Conciencia...


Hoy hace 14 días pequeña... Hace 14 días que cumpliste ya 7 años, que "ya eres una señorita", como a ti te gusta decir... Y a partir de ahora, los 28 de Febrero, celebraremos tu cumpleaños de forma doble. Hoy hace 14 días y apenas ahora puedo a sentarme a escribir lo que supuso para mi ese día. Y hacerlo sin que las lágrimas y las imágenes broten a borbotones. Pero necesito hacerlo, en este rinconcito tan intimo y a la vez tan público, pero siempre para mí tan terapéutico. Ya sabes cuánto me ayuda ponerlo aquí fuera.

Tu no fuiste del todo consciente de ello, de la gravedad del asunto, de lo que pudo haber sido y gracias a la vida no fue, si no es porque respiraste nuestra preocupación, a pesar de que intentamos a tu alrededor contener la respiración tras la sonrisa forzada.

Hoy hace 14 días de un día que comenzó con sorpresas, con globos, con un baile improvisado que me pediste... (¿Te acuerdas cuánto nos reímos?). Que siguió con nervios, como cada vez que celebramos en esta casa... Con más sorpresas en casa de papá, con una comida especial con papá, mamá y aquellos que más quieres...

Hace 14 días que fuimos a un parque con camas elásticas, donde, sin que tu lo supieras, te esperaban los niños más importantes para ti... Te esperaba también una gran tarta de chocolate con un bizcocho de los mismos colores que el arcoiris, cubierta de estrellas, que habíamos estado haciendo con colorantes, mucho amor, (y sigilo para que no nos descubrieras), hasta las 2 de la mañana del día anterior. Fueron muchas emociones, mucha alegría, tanta que no parabas de correr. Y caíste. Con la mala suerte de no poder poner las manos, golpearte en la frente y (mientras yo te miraba pensando que había sido algo simulado, en tu juego) sufrir una conmoción cerebral. Menuda palabra rara, Noa.


Luego vino el sueño, la desorientación, la llamada al 112, la pérdida de memoria durante las siguientes horas, la carrera de papá con el coche a Urgencias, la exploración neurológica intentando que no te durmieras, diciendo tonterías buscando desesperadamente tu palabra primero, luego una mínima sonrisa, el escucharte tras encontrar tu palabra, que no querías volver a tu cumpleaños, que necesitabas ir a casa, la tensión, el "no permitas que se duerma más de 20 minutos seguidos", el vídeo de tus amigos y amigas cantando cumpleaños feliz y soplando tu tarta con sensaciones también encontradas... el nudo en el estomago, en la vida... la peor noche de mi vida, a pesar de estar en tu misma cama, por aquello de controlarte la respiración... Poco a poco volviste a una mayor consciencia. Más o menos al mismo tiempo que yo me hacía plenamente consciente de muchas cosas importantes con las que el día a día y las prisas no me dejan conectarme. 

¿Sabes? Esa misma noche me dijiste (adivino que entonces buscando tú relajar la tensión de mi cara...):

- "Mami, ¡ha sido el mejor cumpleaños de mi vida!"

Y entonces yo me di cuenta de que no te merezco... De que un segundo te puede poner la vida del revés. De que necesito tanto esos "puntos" tuyos... De tu fortaleza. De tu fragilidad. De mi fragilidad. De lo que me alivia que papá y yo sigamos jugando en el mismo equipo, y cuánto lo necesitas tú. De todas las chorradas que nos preocupan. Que nos ocupan.

Al día siguiente, alguien que ya sabes especial, permitió que yo pasara los minutos cerquita tuya, ya que por supuesto, no fuiste al cole. Me dijiste entonces que "el mejor regalo de tu cumple había sido el que hubiéramos podido pasar el lunes jugando en casa". Y tienes razón, eso es lo que importa.

Poco a poco se ha ido pasando el susto, y tras haberlo llorado, hemos celebrado la vida tú y yo, yéndonos a cenar esta semana mano a mano (¡te pusiste morada de almejas y helado!), y hemos podido "cerrar" hoy con una comida (por cierto, con ese alguien especial, entre otros) y unos saltos en "el lugar de los hechos". 

Ahora dejamos paso a la lección que te dan estas cosas, al aprendizaje, a intentar llevar esa plena conciencia al día a día (mindfulness lo llaman los modernos...) y a ganar minutos a la vida, esos que solemos perder sin darnos cuenta.