23 de mayo de 2016

Elección de Instrumento...


Ya por el 2012, escribía una entrada en el blog, contando cómo Noa empezaba su andadura en la Escuela de Música. Las personas que le conocemos bien, siempre hemos sabido de su potencial y sensibilidad musical (más allá del amor de padres...). Apuntaba maneras desde siempre, y nunca, nunca, ha rechazado ir a sus clases de música. Lloviera, nevara, tuviera sueño o estuviera saturada de tareas (este es un tema aparte...) siempre cruzaba la calle hacia la Escuela con una sonrisa.

Decir que ha ayudado infinitamente el ambiente tan especial que se respira tras las puertas de esa Escuela, y sobretodo, en las clases de Virginia, su HMM, o "Hada Madrina Musical" que la ha acompañado a razón de dos veces por semana durante estos cuatro años (¡Mas del 57% de su vida!). Ha sido uno de los adultos significativos en la vida de la enanita más allá del entorno familiar, más que cualquiera de sus profesoras del colegio. Una Tutora de Resiliencia en toda regla, dicen ahora los entendidos... pues la ha acompañado en los mejores momentos y también en alguno más complicado, con esa mirada tan especial que dedica a cada uno de sus alumnos...

Tras estos 4 años de Iniciación Musical (Iniciación dicen, y sabe bastante más conceptos y tiene el oído mucho más educado que yo), toca tomar una decisión muy importante, demasiado para sus siete años diría yo. Y es la elección de instrumento. De un instrumento, que si es bien elegido y todo sigue en orden, la acompañará durante toda su vida de una forma u otra, o por lo menos, durante muchos, muchos años. Un instrumento, cuya acertada o no elección, cobrará peso a la hora de compensar cada frustración y tropiezo en el camino. Para ello hemos pasado por una Ronda de Instrumentos, varias audiciones musicales, reuniones, prueba de clases de diferentes instrumentos, clasificaciones, tablas y demás análisis, con el fin de que sea una decisión lo más afinada posible.

En este recorrido nos encontramos con el primer escollo. En la Escuela ofertan unos 15 instrumentos diferentes, variados, clásicos, modernos, regionales... A la hora de preguntar a mi pequeña qué instrumento quería tocar, lo tuvo muy claro y pensado desde el principio. Uno de los pocos que no se ofertaban. Noa lo consultó conmigo, con Virginia, que a su vez lo comentó a otros profesores, y se valoró la posibilidad dado lo clara que Noa parecía tener su elección. A mi me sorprendió mucho la idea, y me preguntaba de qué película Noa la había sacado. A Virginia no tanto, pues creía que hablaba con conocimiento de causa. Por cuestiones logísticas principalmente, desechamos la idea. La primera elección de Noa era aprender a tocar el ARPA. Y la verdad es que creo que pocos instrumentos pueden ir tanto con ella.

Bueno sí, el Violín. Esa era la segunda opción. Luego estaba la Viola, la Flauta Travesera, el Piano y el Txistu. En ese orden y todos ofertados en su Escuela (menos mal). El Violín claramente se definía varias posiciones por delante del resto de instrumentos. Con una puntualización. Noa quiere aprender a tocar el Violín, para luego pasar al Violín Eléctrico (por eso de sacar su vena más rockera). Si todo lo tuviera tan claro ella... Le gusta porque es muy rico musicalmente hablando, a la vez delicado, y sobretodo, por el tono agudo y alegre (deshecha rotundamente el Violoncello: "Mamá, es que es mucho más grave el sonido y me pone triste")...

Quedaba al final del recorrido que ha durado meses, el segundo y más grande escollo. Un sorteo entre los alumnos del centro y sus opciones instrumentales, ya que a razón de dos o tres alumnos por instrumento, no había plazas para todos. El más demandado: el violín. Entre los 47 alumnos, a la mayoría el azar les premió con su primera o segunda opción instrumental.
El mismo azar quiso que a Noa le tocara su QUINTA opción instrumental: El Txistu. Un instrumento que Noa había elegido más "por rellenar" la lista que por una decisión meditada. Ella tenía tan claro qué quería tocar... Fue difícil manejar la frustración de Noa ese día y los siguientes. Y no sé donde acababa la mía y donde empezaba la suya. La directora del Centro intentó calmarnos y esperanzarnos, faltaba la valoración de las inscripciones de nuevos alumnos, que podía recolocar las plazas y podía haber movimientos. Larga espera... Pero de momento, tuvimos que matricular a Noa en Txistu a regañadientes para mantener su plaza en la Escuela.

El papá de Noa y yo lo tuvimos claro y hablamos esa misma noche (qué grande es el poder priorizar SIEMPRE a nuestra hija): Si finalmente las plazas no se movían y Noa se veía abocada a quedarse con una quinta opción, buscaríamos otras opciones en centros fuera de nuestra zona, fueran públicos o privados. Pero Noa tenía demasiado claro eso de ser violinista...

Los días nos han llevado hasta hoy. He llamado varias veces a la Escuela entretanto, buscando pistas o noticias, o que alguien calmara la angustia que yo volcaba en cada llamada. A las 12:01am de hoy, he recibido un mail:

"Le comunicamos que la especialidad instrumental adjudicada a su hija para el curso 2016-2017, es VIOLÍN".

Y entonces, emocionada, nerviosa y con ganas infinitas de dar a Noa una de las noticias en mayúsculas de su vida, me he dado cuenta lo importante que es aferrarse a lo que uno quiere, luchar por ello, mantener la esperanza y perseguir nuestros sueños. Tengamos 18, 45, 80 o 7 años.

¡Tiembla Vanesa Mae!