Pequeña… Hay una conversación que tengo pendiente contigo.
Que me angustia, inquieta, enfada y entristece a partes iguales… No tiene que
ver con el origen de los bebés, la negociación de una hora de llegada o el
afrontar un curso difícil. No. Eso lo sortearemos como buenamente podamos.
Tiene que ver con las miles de preguntas que brotarán en tu
cabecita cuando te enteres de que el ser humano no es tan bueno como habías
imaginado. Ni tan listo, ni tiene tan buenas intenciones. Tiene que ver con
explicarte porqué hay personas que pierden la cabeza y el sentido común matando
a otras. Por qué hay tantas personas sin escrúpulos ni empatía y les da igual
pasar por encima de sus valores (si es que los tienen) con tal de comulgar con
unos intereses, creencias, o religiones.
Me va a resultar muy difícil explicarte el porqué un día el
ser humano creó fronteras, banderas, y rayitas en los mapas, y no porque
vendrían ya dibujadas en los libros de geografía, sino por la necesidad de
creernos superiores al que tenemos al lado.
Me va a ser complicado convencerte de que algunos de tus
amigos del colegio (sí, esos por ejemplo que no comen cerdo en el comedor, las
chicas que cubren su cabeza con un pañuelo, o esas amigas que tienes que tienen
la piel de otro color diferente al tuyo), son igual de buenos o de malos amigos
que cualquier otro. A día de hoy estoy orgullosa de que lo creas así, pero con
el camino que llevamos, es fácil que algunas personas te hagan cambiar de idea
sin que te des cuenta.
Me va a ser casi imposible ocultar el terror que tengo a que
un día te puedas ver implicada de alguna forma en esta mierda sólo porque
algunos lo decidan así. Espero que siempre te sientas libre de decidir.
Pero pequeña, hasta esa conversación, y después también, voy
a dejarme la piel en demostrarte que hay seres humanos, la mayoría, que son
buenos por naturaleza.
Porque así lo creo y lo quiero pensar...
Te educaré
intentando dar valor a los pequeños momentos, a los pequeños actos de
generosidad que pueden ser inmensos, al dar sin esperar recibir a cambio, al RESPETO y la TOLERANCIA, así, con mayúsculas… Dando
valor al diálogo, a eso que haces tan bien como es ponerte en el lugar del
otro (se llama empatía), o dejar que las personas, y la vida, te emocionen.
Te ayudaré a entender la importancia de ser crítica con lo que te rodea, de cuestionarte TODO lo que se te ponga delante de la nariz (me voy a acordar de esto en la adolescencia, lo sé...). Para ello tienes que crecer fuerte por dentro, y tu tienes medio camino hecho, porque lo eres un rato.
Y ojalá, pequeña, que
a pesar de lo que ocurra allá afuera, decidas pasar por esta vida haciéndola un
poquito mejor…