Hace ya un mes y medio, la noche en que la princesa cumplía 3 años, algo mágico ocurrió en nuestra casa. A eso de las 6 de la madrugada, oí unos pequeños golpecitos que venían de la ventana.
Al darme cuenta de lo qué pasaba, algo que ocurre en cada casa cuando los niños cumplen tres años, abrí un poquito la ventana. Lo justo para que, sin entrar mucho frío, pasara Campanilla sin lastimarse sus frágiles alas... Revoloteó un poco por la habitación, acompasada por un tintineo el cual temí que llegara a despertar a Noa... Se posó cerca de su carita, justo al lado del chupete, que después de unas horas y con el sueño profundo, había caído sobre la almohada...
Campanilla abrió su caja mágica, saliendo de ella un resplandor precioso. Y en ella, metió el chupete de la princesa. Sin entretenerse, Campanilla besó los párpados de Noa, dejándolos llenos de brillantina... y se fué. Sin mediar palabra.
Al día siguiente (por mediación de los yayos) había dejado una réplica suya en forma de muñeca para que le acompañara cada noche a partir de entonces.
Todos estaréis pensando que desde entonces la princesa ya no usa su querido chupete. Es verdad.
Pero desde hace mes y medio, está presa de un fuerte síndrome de abstinencia que no puede con él...
La primera semana de abstemia, comprendí que la función del chupete no era tanto relajar a los niños sino callarles la boca. Noa pasaba hablando horas y horas hasta caer rendida de agotamiento...
Pero también es cierto que ha tenido que volver a aprender a dormirse, y para ello hemos tenido que echar mano de música clásica, masajitos, cosquillas, cuentos... Parece que el tema de dormir ya lo vamos superando...
Sin embargo, casi a diario, tiene un momento de nostalgia, donde lo pide insistentemente...
Mientras investigan un tipo de metadona que sustituya el vicio de la princesa, tendremos que seguir inventando mil razones y formas de desviar su atención en los momentos complicados...
Y yo mil ejercicios mentales para no sucumbir a sus pucheros... y para convencer a la princesa de que Campanilla no es una de las brujas malas roba-chupetes de sus cuentos...
Ays! Qué bonito!
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