20 de septiembre de 2012

Con Todos Ustedes... ¡El Circo!...



Hoy se ha instalado debajo de nuestra casa un circo ambulante. En un día, como si hubiera crecido de la nada.
Cada vez que veo un circo anunciarse, me produce diferentes emociones. No sé si os pasará lo mismo. 
Me conecta por un lado con mi parte más infantil, con esa que se ilusiona y se intriga por qué habrá debajo de esa lona a rayas rojas. Mi padre siempre me cuenta la anécdota del día en que me llevó a un circo y tuvo que subir conmigo a la parte más alejada del escenario porque yo no podía dejar de llorar muerta de miedo. Luego está el día que tuve la suerte de ver en primera fila al Circo del Sol, y deseé más que nunca ser funambulista e ir caracterizada como ellos...

Cuando veo un circo, me sale por otro lado la rabia por todo lo que tiene que ver con el trato que se les da a los animales. Esos pobres caballos o ponis, elefantes en los de "alto standing"... atados un día tras otro al suelo por cadenas de dos metros y adiestrados contra-natura para mostrarnos como llevan una pelota en la trompa o lo bien que se aguantan las ganas de zamparse al domador...

Y por otro lado la tremenda curiosidad. Me gusta pensar en la vida de las personas que trabajan en un circo. En más de una ocasión he pensado que me encantaría vivir esa experiencia, y pienso en lo duro que tiene que ser también para ellos. Moverse de un sitio a otro, no poder echar raíces, repetir el espectáculo un día tras otro (si hay suerte) y hacer reír aunque muchas veces les apetezca llorar... Me imagino como payasa, equilibrista o como esa chica que se cuelga por la cintura de una banda elástica a 7 metros del suelo... Y la idea me apasiona.

Pero cuando somos niños, el circo nos ilusiona, pero también nos da un poco de miedo. Un sitio donde hay leones o tigres en un reducido espacio, con salidas de emergencia de dudosa calidad. Un sitio donde hay algunos hombres mas bajitos que tu o mujeres con barba. ¡Mujeres con barba! Un sitio donde hay forzudos calvos con bigote con cara de mala leche y donde los payasos lloran... ¿Hay algo más enigmático que las lágrimas de un payaso? Es difícil ver es significado intrínseco. Normal que yo llorara tanto cuando me llevaron al circo de pequeña.

La princesa estuvo este año con su papá en el circo. Tuvo pesadillas la noche anterior. No os digo más. Me pedía que dijera a papá que ella solo iba, si papá cogía las sillas más arriba del circo para que los tigres no la miraran....
Se lo pasó bastante bien, aunque creo que no se soltó un segundo de la mano de su padre. Normal.

Así que hoy hemos bajado a ver el circo. Pero no hemos entrado al espectáculo, no. Eso es para valientes.
Nos hemos quedado por fuera viendo los animales que ponen como reclamo para que todos los niños pidan a sus padres (mientras les tiemblan las piernas) que les lleven al circo.

Noa ha podido dar de comer a las cabras y tocado a los caballos. Hemos visto llamas, cerdos vietnamitas, gallinas, camellos, gatos, ponis...Y a todos los niños del pueblo que se han acercado a ver lo mismo.

Y yo he podido pensar como sería vivir con ellos, si vería al payaso triste alguna vez reír, si el forzudo de bigotes tendría su corazoncito o si la mujer barbuda se hormonaba...




3 comentarios:

  1. ¿Por qué logrará el circo crear esas sensaciones? A mí me entraba angustia y tristeza, por la gente, por los animales...
    Y esta entrada, me ha hecho recordar un cuento precioso de Jorge Bucay que quizá conozcas:"el elefante encadenado". Está editado por RBA libros y, en mi opinión, tiene unas ilustraciones preciosas de Guti.

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    1. Conozco el cuento Emma...Es uno de esos al que deberíamos recurrir en cientos de situaciones a lo largo de nuestra vida. No he visto la edición que comentas, me lo apunto como pendiente ;-) Un besito.

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  2. Que bonita entrada y expresas muy bien lo que se siente cuando visitas uno. No hemos tenido ocasión aún de llevar a mi hijo, espero que no tarden en venir ;)
    Un besote

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