8 de abril de 2015

Una Visita Especial...

De vuelta de las vacaciones de Semana Santa, que nos han servido para conocer Galicia y sus exquisiteces gastronómicas, hago una paradita en este Área de Descanso para contaros sin que pase un día más, que la semana pasada tuvimos en esta casa uno de esos momentos que una marca en su calendario de madre con emoción y nostalgia a la vez. En nuestro caso, el rodeado es el 26 de Marzo de 2015. Ese día maravilloso en el que a Noa se le cayó su primer diente.

Llevaba días ya moviéndose (sea con las manos limpias o llenas de defensas) el incisivo inferior continuamente, enseñándomelo con la misma ilusión que recibe un regalo (sin percatarse de que a su madre hay pocas cosas que impresionen tanto como ver moverse un diente).

Hasta que llegó el momento, estando cenando mano a mano, y comiéndose su bollito de chocolate de postre, cuando comenzó a escupir y la piecita mágica cayó sobre el mantel de flores... Tuve que recordarle que lo que había caído no era un hueso sorpresa del bollo, si no que por fin esa noche recibiría la visita del esperado roedor.

Después del shock, la consabida foto de la mellada y saltos y piruetas varias, metimos el diente en una cajita que dejamos en la puerta de la casa que el Ratón Pérez se ha construido en nuestro rodapié...
Noa colocó en su puerta además un quesito. Si es que, es lista y sabe perfectamente como seducir, a pesar de sus seis añitos...

De hecho, en un momento que yo había salido a la cocina y volví a entrar en el salón, la encontré agazapada en la puerta del ratón diciendo por lo bajini:

- "Ratón, te dejo aquí el diente, tráeme un regalo, y una carta... Te quiero mucho"

Y después de pegar la oreja a la puertecita exclama: 

- "Mamá, hoy no contesta el Ratón... ¡Ah, ya sé! Se está dando una ducha y poniéndose guapo para venir a visitarme..."

Pues sí, toda la razón. Porque la ocasión lo merece.

Esa noche tuvimos una visita especial. Alguien (esperemos que el Ratón Pérez), se llevó el diente, dejó un cuento sobre su historia, un certificado de autenticidad del piño (porque es necesaria una garantía) y una preciosa carta. Y lo mejor... Se comió medio quesito, por lo que se fue de casa bien servido.