30 de julio de 2012

Regalos dulces...

En casa de la mamá de la Princesa ya no sabemos dónde canalizar tanto arte, y continuamente inventamos cosas nuevas para darle salida...(Es broma) 

Bueno, todo esto empezó mientras Noa y yo pensábamos cual sería el mejor detallito para regalar a sus profesoras de la Escuela Infantil como despedida y agradecimiento de esta etapa. Algo dulce, algo sencillito, algo que podamos hacer entre las dos y más personal que algo comprado... 

Y...¡Voilá! Brotó la idea de los ramos y "plantas" de chuches... 

Una cosa llevó a la otra... y como compramos las gominolas al por mayor... Nos hemos montado en casa un dulce emporio de economía sumergida y ¡No podemos parar de crear por ese olorcito que despiden estas flores!

¿Sabeis lo más increíble? Que la princesa es capaz de frenar sus instintos más lujuriosos durante los procesos de creación y ni me sugiere comerse los materiales... (Eso sí, tengo escondido el arsenal por si en un momento dado la tentación puede más que ella...)

Estos son los primeros, para las educadoras de la Princesa. El rosa para Leire, el naranja para María.
Este fue un regalo para el papá de la Princesa y su nueva casita....

Y este fue nuestro regalo de cumpleaños para mi tío Ramontxo...
¿Os gustan?
¡¡SE ACEPTAN ENCARGOS!! ;-)

24 de julio de 2012

Preguntas...

-"Mamá: ¿Y porqué ya no eres novia de papá?"

Llegó el momento por primera vez entre las muchas que vendrán, después de un año y cuatro meses. Y el estómago se me vuelve del revés, y el nudo de la garganta tira aun más fuerte... Intento controlar el temblor de mi hilo de voz. Intento parecer fuerte y segura, y respondo a la princesa:

- "Cariño, mamá y papá eran novios, pero se enfadaron por cositas de mayores, nada que tenga que ver contigo. Mamá y papá hablaron y decidieron que para quererte a ti muchísimo y que todos estuviéramos felices, era mejor que fuésemos amigos. Y por eso dejamos de ser novios".

Hoy la princesa me ha soltado la pregunta temida a bocajarro, mis palabras me han sonado insuficientes, le hubiera explicado millones de cosas, pero solo he acertado a decirle que ELLA era lo más bonito que nos había pasado en la vida a papá y a mi...

Y es que últimamente a la princesa le rondan muchas dudas en la cabeza, y no deja de jugar a novios, novias, bodas... Y me hace ponerle una y otra vez el vídeo de nuestra boda. Y me pregunta quién es su papá, y quien es su mamá, y si mi novio ahora es el yayo...Y la ilusión y el lío de una nueva casita por parte de papá. Y su papá y yo, cada día intentamos hablar mucho con la princesa, nombrar, abrazar, besar, tirar de ese ovillo que tiene en la cabecita para ayudarle a ordenar las ideas y emociones... Que difícil, y a la vez que gratificante ver cuánto le calman nuestras palabras, cuánto poder tienen en ella...


19 de julio de 2012

Dientes, dientes...


Bueno…por dónde empezar después de tanto tiempo sin pasar por aquí… ¡Buff! Muchas cosas… Entre otras, que inevitablemente llegó mi temido verano, ese que no he querido planificar y al que no puedo mirar más allá de los próximos tres días, porque da vértigo ver a lo lejos cómo asoman los días que voy a estar sin mi Princesa…

En fin, pero también los raticos buenos con ella, intensos, preciosos… Nuestra escapadita a la playa de 10 días (toma de contacto para lo que luego vendrá), los días que hemos disfrutado de San Fermín… De todo ha habido, que ya iré contando…

Y hoy me siento un ratito para contaros que estoy haciendo un minucioso trabajo quita-miedos-al-dentista con la pequeña porque, también inevitablemente, vamos a tener que visitarlo en breve.

Creo que no os he contado que la Princesita es la más dulce del mundo, pero siempre y cuando no saca el genio a relucir. Porque tiene el suyo. Y gordo. Para demostrárnoslo,  en su primera rabieta, cuando tenía menos dos años, decidió lanzarse de cara al suelo y no poner las manos para amortiguar el golpe. Si. Tal cual. Dejó media pala en el suelo. Y no la volvimos a ver... (a la pala, la Princesa sigue conmigo).

Así que si su cara ya era bonita, ahora es además, original. 
Hace un par de meses, ella se dio cuenta de que sus dientes no eran como los de los demás. Y yo le digo que no. Que los suyos son mucho más bonitos porque son especiales.
Especiales o no, lógicamente, tuvimos que ir al dentista, para ver el alcance de la lesión. Y desde entonces, un par de veces más. Las visitas eran desagradables para la Princesa, y eso que no han sido más que revisiones, para las cuales la tengo en brazos, la dentista se quita la bata, no le enseña ninguno de esos cacharritos plateados y todo acaba con algún juguetito nuevo para que se lleve alguna experiencia positiva…

En principio no parecía que el dichoso diente fuera a dar mayores problemas, solo que el Sr. Pérez vendría con su saquito de monedas un poco antes de lo esperado (por si no fuera poca la crisis…). 
Pero hace unos días, he visto, en una de sus carcajadas, que tiene el diente partido cariado, y que el de al lado, también se está estropeando. 
Después del disgustillo inicial, fui corriendo a coger un libro que tenía guardado hace tiempo (como si me lo oliera) sobre un niño, Andrés, que va al dentista. Y desde entonces vamos preparando a la Princesa para la súper-experiencia-magnífica-fantástica que va a ser volver a esa señora que le hacía abrir la boca tanto hace seis meses. Lo leemos cada noche, duerme con él bajo la almohada y le cepillo los dientes después de que lo haga ella, como una loca… Aun no he pedido cita. Mañana mismo. Espero que nos den cita para YA.

Porque que se le vayan cayendo los dientes y esté tres años como una viejita, sería tener la sonrisa “demasiado” especial...
Y más que nada porque en vez de comer los bocadillos de chorizo, hasta los seis años, los tendría que chupar.