29 de abril de 2012

Una Excursión Especial...

Hoy ha sido un día tranquilo. Llovía a mares durante todo el día y el mejor plan que hemos encontrado la Princesa y yo ha sido ir a un hipermercado por la tarde a hacer la compra. Una de esas compras cuyo importe a pagar es de 3 cifras, que te soluciona la despensa de más o menos un mes con productos de "fondo de armario de cocina" pero que cuando llegas a casa sigues sin terminar de entender en qué te has gastado semejante pastón... 
La tarde podría intuirse como una odisea que iba a acabar mal, con Noa cansada y protestando, yo de los nervios, frustrada y agobiada porque odio hacer la compra...pero nada más lejos de la realidad.

He llegado a la conclusión de que Noa es la niña que mejor se porta del mundo (bueno de mi casa, con permiso de otras mamas-orgullosas-enamoradas de sus criaturitas)... Y cuando digo que mejor se porta, no estoy diciendo que "no da guerra", "que no se mueve de mi lado" o que es una de esas niñas hipereducadas que cumplen a rajatabla las normas sociales, que se suponen que tienen que servir lo mismo a niños que adultos... No. Mi hija no para, no deja de jugar ni un momento, ni comiendo. No cesa de imaginar, canturrear, llamar mi atención...No deja de ejercer su mayor derecho y a la vez obligación, eso que en ocasiones no se permite a algunos niños con el máximo interés de que se comporte como una pequeña o pequeño adulto: NO DEJA DE SER NIÑA Y DE JUGAR, su mayor tarea en estos momentos.

Eso no quita para que se muestre respetuosa, para que entienda que tiene que ser paciente hasta que acabemos de hacer la compra (no porque no pueda protestar, sino porque entienda que si no compramos, no comemos), para que aunque vaya a construir un castillo con las latas de tomate que están a 10 metros mía, no me quite ojo e intente no despistarse. 

Pero para eso es necesario que las madres (y los padres, por supuesto) entendamos que en un sitio con tanto estímulo, los niños no solo pueden, sino que deben explorar los objetos, y que ahí debemos estar nosotros y nosotras para explicarles que deben dejar todo como estaba después de construir su castillo. Para tener un ojo en las lechugas y otro en que no se despisten. Para aprovechar el momento y en vez de vivirlo como una odisea difícil de gestionar, hacer de la visita al hipermercado una aventura. Una excursión donde podemos aprovechar a enseñarles el valor que tienen las cosas, que no podemos comprar todo lo que nos gustaría, la cara tan fea que tienen los peces de la pescadería, o los ricos y diferentes olores de los suavizantes de lavadora...

Si, nos lo hemos pasado genial, y además nos hemos quitado de encima una de las tareas que menos me gustan en esto de llevar la responsabilidad de mi familia de dos. Y hemos pasado la tarde, y hemos vuelto chirriadas de la lluvia, y nos ha costado un mundo subir todas las bolsas a casa y le he dado a la Princesa una cena especial. 
Porque sí, por hacer tan bien su papel de niña y a la vez hacer que mi papel de madre resulte tan fácil...


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