Yo soy celebrona, o celebrática, o como se diga... Soy de esas que me encanta celebrar cada cumpleaños, cada aniversario, cada éxito e incluso algunos fracasos... (celebrando el aprendizaje que suponen, lo bueno que traen los cambios...).
Me encantan las fiestas, las cenas, los regalos porque sí y todo aquello a lo que se le pueda añadir la palabra SORPRESA. Porque me parece que de esas pequeñas cosas está la vida hecha, y alimentan la ilusión.
Pero celebro MIS fechas, eventos, logros o fracasos...
No me gusta San Valentin, no celebro el Día de la Madre, el Día del Niño, ni Halloween.
Es más, hasta ahora nadie a mi alrededor celebraba Halloween...
¿Se puede saber qué ha pasado para que desde hace escasos años los escaparates se llenaran de calabazas y murciélagos el 31 de cada Octubre? ¿Para que las adolescentes pese al frío aprovecharan la fecha para ponerse minúsculos tu-tus o trajes de enfermerita sexy? ¿Para que haya fiestas de terror por doquier y gente llena de sangre? ¿Para que ya desde los colegios se trabaje con brujitas y momias desde el mes anterior?
En realidad yo creo que ni sabemos qué es lo que estamos celebrando. Ni que sentido tiene. Y no me gusta.
Pero bueno, pese a todo, Noa salió del cole con su murciélago en la mano como los demás, me estuvo pidiendo días antes unos cuernos de "demoña" (entiendo que de diablesa, y que por supuesto acabé sucumbiendo), y terminó el día disfrazada de Draculaura y aporreando timbres con su papá y sus amigas para conseguir chuches...
Y ya hemos caído... y me enfada, pero a la vez entiendo que los niños no tienen la culpa, y que si no cuesta nada celebrarlo... ¿Porqué va a ser mi hija diferente? Y me paro a pensar, que por esta regla de tres, así nos luce el pelo como nos luce. He dicho. Que cada cual haga sus reflexiones.
Totalmente de acuerdo prima, para mí, la sociedad, el consumo o las grandes superficies (o un poco de todo) son los que nos hacen sucumbir como "borregos" a estos encantos que hoy se nos muestran allá por donde vayamos. Pero claro, si nosotros somos parte de esa sociedad y no hacemos nada para cambiarla, nos encanta consumir sea lo que sea, y las grandes superficies son "capaces de hacer con notr@s lo que les da la gana..." como no vamos a sucumbir a todo ello?? Llegará un día en el que nos digan que tenemos que salir a la calle vestidos de payasos y no te preocupes... que también lo haremos!!!! Jajajaja. Pero bueno, mientras esperamos a ese día, sí que es cierto que l@s niñ@s no tienen la culpa de lo que pasa a su alrededor y de que ese alrededor les hipnotice, así que mientras que se lo podamos dar... a disfrutar de la fiesta!!!!
ResponderEliminarBesos a las dos princesas. MSG.
Cuando yo era pequeña y llegaba esa noche, destripábamos en el barrio las calabazas que nuestras abuelas nos daban y después metíamos la vela en su interior..a nadie nunca en todo ese tiempo oí nombrar la palabra "Halloween", ni nos disfrazamos de nada ni buscamos murciélagos..es lo más cerca que estuve de esa moda estadounidense.
ResponderEliminarSiempre existirá la duda de criar a los niños según nuestras propias convenciones o según el tiempo que les ha tocado vivir.
Un abrazo amiga
Oins! No me gusta nada Halloween! No me gusta nada que los niños llamen a mi puerta a pedirme caramelos o sino, darme el gran susto... Porque no lo entiendo... Porque no entiendo por qué en los colegios se ha introducido de esta manera sin explicación alguna (y respiro, porque en el mio aún celebramos ese día la Magosta, y dejamos a la profe de Inglés la labor de trabajar Halloween).
EliminarPero también he de decir Lore, que mi padre me hablaba de la fiesta con las calabazas en su infancia. Y lo mismo hicimos nosotras. Y, como dices, sin que nadie nombrara la palabra halloween. Pero, al menos en Cantabria, esta fiesta tiene su nombre: SAMUIN, que es más o menos lo mismo, con origen celta. Cuando algún niño me nombra Halloween, procuro cambiarle el nombre a Samuín... lo siento más cerca...